BERNARDO GAVIÑO RUEDA.pdf

Cuando el (20-08-1826) Bernardo Gaviño Rueda cumplió los catorce años de edad, ya tenía en su mente la idea muy clara de que pronto le llegaría la oportunidad de abandonar el Seminario Diocesano de Sevilla, para iniciar su gran aventura oceánica. Sus educadores estaban muy satisfechos de cómo aprovechaba el tiempo y de su afición a permanecer cuantas horas libres tenía para consultar libros históricos y geográficos. No imaginaron que el joven Bernardo estaba estudiando las rutas oceánicas que debía cruzar. En uno de los libros siguió la historia, entre otras, del «hombre que hizo brillar su luz en el Mar de la Oscuridad»: el Océano Atlántico. Todo comenzaba al pie de los orgullosos acantilados del cabo Borjador, al sur de las islas Canarias, donde las masas de agua del Atlántico hierven y rompen en furia constante, donde los bancos de sardinas refulgen, brillan en la vorágine -en el horizonte próximo-, prestando a la superficie de las aguas DEL Atlántico el aspecto de metal fundido. Es allí, desde hace incontables millones de años, donde las aguas del océano se precipitan en barrancos ocultos, de increíbles profundidades y estallan cual campo de géiseres en columnas verticales cargadas